Partes del todo

Laura Isola

Radar, Diario Página 12, 2000

Desde sus comienzos en Cerdos y peces hasta su actual trabajo en Clarín, se las ingenia para evitar las contaminaciones. Pero, para poder hacer esta muestra, el fotógrafo Santiago Porter tuvo que cambiar de casa y de paisajes muchas veces. Luego, juntó las fotos de esas idas y vueltas y acomodó las piezas, copiadas en blanco y negro, sobre una pared blanca. El resultado puede comprobarse en la Alianza Francesa hasta el 28 de abril.

En una de las paredes del hall central de la Alianza Francesa (Córdoba 946), el fotógrafo Santiago Porter colgó su muestra Piezas, una composición de fotos inusualmente pequeñas en blanco y negro. Flotando contra el friso blanco, las focos adquieren una nueva geometría: tres trípticos y un cuarteto. Esta significativa formación se rubrica con los versos de los Cuatro cuartetos de T.S. Elliot. que dan a las imágenes una luminosa interpretación: «Tiempo pasado y tiempo futuro / Lo que pudo haber sido y lo que ha sido / Apuntan a un mismo fin, que es siempre presente”. Pero ¿qué hay de tiempo, en cualquiera de sus modos, en las fotos de Porter? ¿Qué hay de espacio, en cualquiera de sus posibilidades, en las piezas del fotógrafo? Así como a cada foto de una habitación le corresponden dos imágenes de espacios abiertos, y en cada dormitorio se hacen visibles los vacíos de un hueco en la almohada, las cajas apiladas y la cama que no se volverá a tender, el presente del ojo que mira captura el instante que es, el pasado que fue y el futuro que está por venir.

”Son piezas de casas en las que viví», dice Santiago Porter, dándoles un cono autobiográfico a las imágenes. «La casa de mi infancia en Vicente López, otra en Núñez y la última en Nueva York» (en donde estuvo viviendo y estudiando tres años, antes de volver y retomar su trabajo de reportero gráfico en el diario Clarin). «Estas fotos fueron sacadas en un lapso muy largo: desde 1993 hasta 1998. Es que no consigo producir con resultados inmediatos, supongo que por contraposición con la fotografia urgente que tengo que hacer en mi trabajo cotidiano. Recién fue durante mi estadía en Nueva York que pude darle forma a la muestra, rescatando los negativos y haciendo estas copias oscuras para darle un tono monocorde y parejo. No tenía muy en claro cual era la idea que nucleaba a todas las fotos, hasta que fui juntando las piezas, en el doble sentido de la palabra.

Las mudanzas y los espacios abiertos marcan un contrapunto entre el ir y el venir. A cada desgarro le sucede un aire fresco, que a veces es una tormenta y otras, un viento que mece los pastos. El adentro y el afuera están retratados en copias uniformes y umbrosas: «Además de los postulados de la vieja escuela, que considera al blanco y negro como artístico, esta técnica me aleja del color con el que trabajo como reportero gráfico. Separa a las fotos que son para los otros de las que hago para mi. Y me permiten mostrar una preocupación personal: mirar hacia adentro para poder mirar afuera”. Nueva York, lugar en el que la muestra se reveló como tal, es responsable de la ausencia de color en las fotos de Porter: «Durante un año usé el laboratorio de mi tía, Liliana Porter, para revelar las copias. Quizá porque las calles de Nueva York y Buenos Aires han sido fotografiadas hasta gastarlas o porque «no siento que esté innovando ni creo que pueda hacer algo diferente a lo que se ha hecho bien». Porter eligio recluirse en el santuario de la intimidad y en el de las afueras. De esta manera consigue mostrar fragmentos de una totalidad creativa que hasta ahora no encontraba: «Empecé a los dieciocho, en los 90, en la segunda etapa de Cerdos y Peces. La experiencia fue despabilante y trabajar con Enrique Symms, toda una iniciación. Con esta muestra vuelve el riesgo de mostrarse, pero con otro signo. Las puertas y ventanas de las piezas están abiertas para quien quiera echarles un ojo. Su autor no pretende “que quien las mire desentrañe las mismas conclusiones, tal vez porque no persigo ninguna”.