Para la última parte del trabajo me propuse recorrer el país para fotografiar lugares modificados por decisiones políticas o por el propio peso de la historia. Tierras incendiadas en el sur de Tucumán luego de la zafra. Allí donde se produjeron los primeros enfrentamientos entre el Ejército Nacional y las guerrillas del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) en 1975. Bosques muertos, consecuencia de decisiones irresponsables en el corazón de la isla de Tierra del Fuego. Basurales a cielo abierto que desparraman su plástico hasta los campos donde el General Villegas estableció su último campamento antes de avanzar hacia la Patagonia. La burocracia y las ruinas se extienden hasta estas geografías de la devastación. Estas imágenes están entones habitadas por las capas de historia y sentido que conforman estos suelos. Allí subyacen los genocidios de estos últimos dos siglos, los desastres ecológicos, el aniquilamiento de la heterogeneidad de los ecosistemas y las vibraciones de la última dictadura militar y sus crímenes. Y vuelvo entonces a mi pensamiento original. En la apariencia de los objetos y de los lugares hay algo que emana y tiene que ver con su historia, con las cosas que le pasaron hasta llegar al presente, donde también se cifra un significado puntual. Una superposición sutil de tiempos y hechos que flota a su alrededor, ingrávida como la bruma.